SEÑORES:
yo me presento así:
Para
las personas que me confeccionaron soy una moneda del valor de un
centavo. Desgraciadamente soy el valor mínimo de cualquier
moneda y de cualquier país.
Relegado
hasta el desprecio por muchos, pero, en mi interior poseo mi
propia Dinastía. Si no fuera por mí, en el sistema matemático
no se completaría un "entero". O sea, que poseo
dentro del sistema monetario un rico valor.
De
esto, no puedo jactarme mucho por razón de que soy el último
en todos los bolsillos; y a mí todas las personas me desechan,
tirándome por cualquier rincón. Tanto que caigo en una lata o
en algún florero viejo, o con mucha suerte en alguna alcancía
de algún niño, que no sabe de mi valor, pero me guarda con
mucho Amor. Esto, en realidad me tonifica porque veo que alguien
me quiere; y el cariño de un niño es mas que sublime.
Si
les cuento el transcurrir de mi pobre vida es bastante
lamentable, pero no me quejo; "UNOS NACEN CON ESTRELLAS Y
OTROS ESTRELLADOS".
Yo
nací estrellado, pues fíjense que dentro del valor de las
monedas existen distintos metales. Los REYES de este bendito
sistema son los que se confeccionaron en Oro-24 Kilates. Estas señoras
monedas gozan de toda clase de suerte; duermen en estuches
de terciopelo o en estuches marcados finamente para señores
coleccionistas, o también descansan en bóvedas de bancos o en
cajas fuertes de particulares. Lo que les envidio es que todas
las miradas son de regocijo por la hermosura y el destello que
posee ese metal, pero en mi interior yo soy mas popular; y esto
me llena mi autoestima.
Mis
otros hermanos también gozan de otros beneficios por la
elección de sus metales: unos son de Plata, o de Níkel, o de
Bronce, o de Aluminio o de alguna aleación de varios metales.
Estos
queridos hermanos también se distinguen no solamente por sus
valores; sino también por su brillantez; y además tienen mayor
concepto y la respetan más que a mi propia mala suerte de mi
poco valor.
Señores,
se darán cuenta qué metal a mí me tocó en este beneficioso
reparto. El metal más modesto, el Cobre. No tan modesto, porque
en su refinamiento poseo parentesco con el gran metal; pero en
el modernismo me mejoraron bastante y me aliaron al Bronce.
Esto, mejoró mi imagen, "brillo de otra forma, pero mi
valor sigue igual". La
suerte me cambió bastante, me dejaron de decir que soy un
"Pobre Chavo Prieto" (hasta en esta pequeñez existe
diferencia de colores) He
recorrido el Mundo como un carretel sin hilo, no existe un país
ni un pueblo por más pequeño que sea que mi presencia no haya
estado. De mano en mano fue mi vida y mi existencia, desde un
noble a un mendigo fueron mis dueños. Además
podría contar que no solamente fui cambio monetario, sino que
fui parte de los tres deseos que piden las personas cuando
arrojan monedas en una fuente de agua en los parques y plazas
del mundo entero. Por
ésta razón, nadie, pero nadie, se puede creer que es
insignificante, pues todo tiene valor en esta vida: "HASTA
UN MALTRECHO CHAVO PRIETO TIENE SU PROPIA HISTORIA"
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